de no quererte, de olvidarme de ti, de que desaparezcas.
No conocerte, no haberte conocido nunca, para no desearte, para no echarte de menos, como ahora.
Y estoy segura de que, de no existirme, te imaginaría y te pensaría más o menos así, como eres.
Pero ahora deseo que esto no hubiese sucedido, para evitarme el dolor de recordarlo, y el temor a que no vuelva a repetirse.
La derivada racista de la DANA
Há uma semana
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