terça-feira, 29 de março de 2011

En la adversidad

Para mucha gente su referente en la vida, esas personas con las que saben que siempre van a contar, son sus padres. En mi caso no es así; mi referente son mis hermanos, los 4.

Durante mi infancia ellos eran lo único que siempre estaba ahí. Después, cuando fui creciendo, siempre me han acompañado, en lo bueno y en lo malo.

Son todos diferentes y cada uno de ellos me ha aportado un punto de vista, un apoyo, un consejo o una bronca si fue necesaria.
Sin ellos mi vida, yo, no sería lo mismo, ni siquiera algo parecido.

Y si alguno representa el optimismo, el entusiasmo y las ganas de vivir, ese es V.

Tras superar en su vida episodios durísimos, de esos que uno cree que no sería capaz de soportar, ahora, mientras el mundo parece desmoronarse a su alrededor no deja de decir:

"Lo que no se puede es perder la esperanza. La ilusión no se puede perder nunca."

Y este sábado nos vamos de fiesta mexicana.

¡Óle tus huevos, hermano!

domingo, 27 de março de 2011

terça-feira, 22 de março de 2011

Adolescencia primaveral

Desde que soy adulta (¿desde cuándo soy adulta exactamente?) siempre he tenido la sensación de que, en algunos aspectos, continúo siendo una niña.

No es una cuestión de falta de responsabilidad, ni de no ser capaz de afrontar las dificultades... es más una cuestión emocional, creo.

Y hoy me siento igual que hace 20 años. Cada primavera lo mismo: el regreso a la edad del pavo...

sexta-feira, 18 de março de 2011

Sin previo aviso

Me asombra cómo reaccionamos ante la muerte, sobre todo ante las muertes imprevisibles. Los comentarios siempre son: “¿Pero si hace una semana aún lo vi por la calle!”, “¡Si hace un par de días me llamó para resolver un asunto!”, “¡Si lo saludé ayer por la mañana!”...

No acabamos de asumir que la muerte es así: ahora estás vivo y un segundo después estás muerto; y que es habitual que esto ocurra así, sin previo aviso.

quinta-feira, 10 de março de 2011

Sexo oculto

Ayer, viendo el telediario, escuché una opinión que me pareció reveladora:

“En las audiciones a ciegas para seleccionar a los músicos entran el doble de mujeres que en las que no hay biombo.”

Lo decía Javier Noya, sociólogo del grupo Música de la Universidad Complutense de Madrid.

Me pregunto qué sucedería si en el resto de los trabajos se pudiese llevar a cabo esa selección “a ciegas” sin identificar el sexo del candidato o candidata a ocupar el puesto.

Estoy segura de que nos llevaríamos muchísimas sorpresas. Estoy segura, por ejemplo, de que la cantidad de soldadoras, caldereras, electricistas, fontaneras, almaceneras... que se incorporarían a las empresas sería apabullante, en el caso de que las hubiese, claro.

El problema es que algunas hay pero son pocas, muy pocas. Y las que hay, las que se han atrevido a dar el paso y meterse en un mundo absolutamente masculinizado (ya a nivel académico), al llegar al mercado laboral se han dado de bruces con la realidad y en la mayoría de los casos su trabajo no llega ni a valorarse: llega un currículum para cubrir uno de estos puestos y, en el momento en que se ve que pertenece a una mujer, se desecha, directamente, sin ningún tipo de escrúpulo ni pudor.

Lo sé porque lo he visto y sufrido en mis múltiples intentos por incorporar mujeres a la empresa en la que trabajo. Y resulta asquerosamente insultante la desfachatez con la que los que tienen la potestad de decidir este tipo de incorporaciones (hombres, por supuesto) toman su decisión sin ni siquiera argumentarla.

Y el argumento, en realidad, ya lo conocemos: los embarazos, los hijos, las responsabilidades que las mujeres asumen fuera del trabajo, el cumplimiento de ese tipo de obligaciones...

Y esto no hace otra cosa que evidenciar, por lo menos ante mis ojos, que hay mucho camino que recorrer todavía para que los derechos y deberes de unos y otras sean similares.

¿Acaso los hombres no tienen hijos? ¿Acaso no deben responsabilizarse de educarlos, de llevarlos al médico, de cuidarlos? ¿Acaso no deben atender a sus mayores, a los posibles enfermos que haya en su familia, a sus obligaciones domésticas y familiares en general?

A veces, mirando a mi alrededor, tengo serias dudas de que la igualdad llegue a conseguirse algún día.

segunda-feira, 7 de março de 2011

Maletas

Llevamos a cuestas una maleta cargada con nuestras malas experiencias, nuestros fracasos, nuestros errores y decepciones.

La clave es ser capaces de descargarla de nuestros hombros y subirnos a ella para utilizarla de trampolín.