quarta-feira, 20 de abril de 2011

Semana Santa

Semana Santa de nuevo.
Me encanta.

Yo no soy creyente pero estas fiestas son las que más me gustan, por el ambiente, por el regreso de los que están lejos y porque son una ocasión incomparable para explicar a mi hijo un montón de cosas que, en el día a día, apenas tiene presentes: la fe, el pecado, la culpa, las distintas maneras que tenemos las personas de enfrentar la vida...

Me gusta especialmente la procesión del Santo Entierro. Es impresionante ver el féretro de cristal, el cuerpo y los penitentes que lo portan; sus capuchones negros, sus pies descalzos...

Deseo que llegue el momento, que mi hijo me pregunte quién va en esa caja, quiénes son esos hombres, por qué van descalzos y poder explicarle que hay otro modo de afrontar las dificultades, otra manera de ver la vida, de vivirla y a la vez, hacerle entender que cada uno es libre de vivir y de sentir de un modo diferente y que todo es respetable cuando se respeta a los demás.

terça-feira, 19 de abril de 2011

Incomprensible

Siempre me he considerado buena persona, supongo que como todo el mundo, aunque soy consciente de que he mejorado en los últimos años.

A pesar de que tengo un carácter fuerte, creo que no soy rencorosa y me resulta imposible mantener una enemistad con alguien durante mucho tiempo. Suele pasarme que me olvido, que me enfrío, que de repente ya no recuerdo el porqué o que simplemente aquel porqué ya no tiene peso y el rencor desaparece para dejar paso, normalmente, al cariño o, en casos aislados, a la indiferencia.

Por eso me resulta tan difícil comprender esos odios, esos rencores que se perpetúan día tras día, año tras año y hacen tan difícil la convivencia y provocan tanto daño.

quinta-feira, 14 de abril de 2011

Sin edad

En casa de mis abuelos siempre hubo una señora que ayudaba con el trabajo doméstico. Llegaba después de comer y se iba a media tarde. Como también venía habitualmente una prima de mi tía a hacerles la manicura en casa, yo saqué rápidamente la conclusión de que aquella señora también debía de ser algún tipo de pariente lejano.

La recuerdo sentada en la mesa del comedor, charlando con mi abuela y con mi tía, cuando acababa de trabajar. La recuerdo trayéndonos calcetines tejidos por ella como regalo de cumpleaños.

Tardé algún tiempo en darme cuenta de que aquella señora no nos era nada y que trabajar en nuestra casa era su manera de ganarse la vida. Tardé tiempo porque siempre fue una más. Y tenía nombre.

Por eso me sorprende tanto escuchar a aquellos que se refieren a la persona que se encarga del trabajo doméstico como “la chica”. Como si no tuviese nombre, como si no tuviese edad (porque, por lo general, esas “chicas” han dejado de serlo hace tiempo). Me sorprende y me cabrea.

Y mi cabreo es todavía mayor cuando lo escucho de gente joven a la que, ingenua, le presupongo menos prejuicios y más entendimiento.

quarta-feira, 13 de abril de 2011

Curiosidad

-Disculpe. ¿Existe algún tipo de oscura razón que le lleve a usted a urgar en mi vida personal con tanto afán?

- ¿A quién, a mí? No, no, nada. Curiosidad simplemente.

- Pues qui-te-el-de-di-to-de-a-hí, ¡leeeñe! Que eso duele.

domingo, 10 de abril de 2011

Mamá África

Mama_Africa_by_JNofaceEl día que le hablé por primera vez de ella, quiso llamarle Nube.

Íbamos en el coche. Regresábamos del cumpleaños de C que cumplía 3 años.
Le conté que en los cumpleaños se celebraba el aniversario del día en el que habías nacido, en el que habías salido de la barriga de tu madre.

- Como cuando celebramos el tuyo. Ese día tú saliste de la barriga de tu madre.
- ¿De la tuya?
- No, yo no te tuve en la barriga. De tu madre de África.
- ¿En serio, mami?
- Sí, en África estuviste en la barriga de una chica que es tu madre también.
- ¿Y es negra?
- Sí, claro, como tú. Por eso tú eres negro, porque ella es negra.
- ¿Y cómo se llama?
- No lo sé. No sabemos cómo se llama.
- Pues Nube, le podemos llamar Nube.

Inmediatamente pasó a hablar de otra cosa. Nunca volvió a llamarle así. Ahora suele hablar de ella como “mamá de África” o “mamá de orixe”.

Hace unos días hablábamos de ella, de ellos en realidad, de su padre y su madre de África. “¿Y qué piensas de ellos?”, le pregunté:
- Pues que los quiero mucho.

sábado, 9 de abril de 2011

Sueño de una noche

A través de la ventana abierta escucho una jota que los vecinos cantan en el bar de la esquina.

La noche veraniega será un espejismo dentro de unos días.

No puedo imaginar el frío, soy incapaz mientras sacudo las sábanas para refrescarme.

quarta-feira, 6 de abril de 2011

Abril, mejor que nunca.

El pasado viernes, cuando entré en el coche, el termómetro marcaba 31º.
No me lo pensé dos veces.

En cuanto me vio en la puerta del comedor, Cibrán me dijo:
- Yo a la piscina, hoy, no quiero ir.
- No, hoy no hay piscina. Y no te imaginas a dónde vamos a ir en su lugar.
- A la playa- dice la cuidadora.

Cibrán abre los ojos como platos:
- ¿De verdad, mamá?
- ¡Sí, señorito!
- ¿Pero ya se puede ir?
- Hoy sí.


Y todo apunta a que mañana toca de nuevo.