Llegamos y después de los consabidos saludos y achuchones, subimos al escenario. Él abrazado a mi pierna, bastante tímido.
Mientras algunos acababan de preparar una escena, permanecimos sentados en una mesa, él entre mis piernas, muy atentos a lo que sucedía.
Cuando me tocó el turno bajé de la mesa y le susurré:
- Me toca. Deséame suerte.Me miró muy serio y me llamó con el dedo mientras me decía:
- Ven, ven.Me acerqué de nuevo y me abrazó muy fuerte mientras me besaba. Me retuvo un par de segundos. “Ya” dijo al acabar. Y se quedó allí, en la mesa, inmóvil y atentísimo, con una expresión de absoluta trascendencia.
Cuando llegó su padre tardó un buen rato en despedirse. No quería marcharse, estaba disfrutando.
No pueden imaginar lo feliz que me hace.
3 comentários:
Me encantan estos momentos que tienes con el niño y te envidio de forma sana.......te envidio un montón!
¡Pues yo sí que puedo i-ma-gi-nár-me-lo...!
Ése es el mejor achuchón del mundo, que suerte, y qué bonito. Y dulce.
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