Llegamos y después de los consabidos saludos y achuchones, subimos al escenario. Él abrazado a mi pierna, bastante tímido.
Mientras algunos acababan de preparar una escena, permanecimos sentados en una mesa, él entre mis piernas, muy atentos a lo que sucedía.
Cuando me tocó el turno bajé de la mesa y le susurré:
- Me toca. Deséame suerte.Me miró muy serio y me llamó con el dedo mientras me decía:
- Ven, ven.Me acerqué de nuevo y me abrazó muy fuerte mientras me besaba. Me retuvo un par de segundos. “Ya” dijo al acabar. Y se quedó allí, en la mesa, inmóvil y atentísimo, con una expresión de absoluta trascendencia.
Cuando llegó su padre tardó un buen rato en despedirse. No quería marcharse, estaba disfrutando.
No pueden imaginar lo feliz que me hace.
Me encantan estos momentos que tienes con el niño y te envidio de forma sana.......te envidio un montón!
ResponderExcluir¡Pues yo sí que puedo i-ma-gi-nár-me-lo...!
ResponderExcluirÉse es el mejor achuchón del mundo, que suerte, y qué bonito. Y dulce.
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