En el curso de Cibrán han decidido invertir las últimas semanas del año en un nuevo proyecto: el estudio de un país (el proyecto anterior, los ponis, se les hizo un poco corto).
El país elegido en su aula no podía ser otro: Etiopía.
Llego al colegio un poco antes de las 10. Por el pasillo me encuentro con L, compañera del aula de Cibrán, que vuelve del baño.
- Corre, L, que os voy a hablar de una cosa.
- Ya sé. Nos lo ha dicho P (la profesora), que venías ahora. Te estamos esperando.
En el aula, los niños rodean a la profesora mientras le enseñan los dibujos que han hecho de la bandera etíope. Cuando me ven, se ponen como locos y Cibrán se acerca orgulloso a saludarme. Casi todos me saludan, repitiendo mi nombre una y otra vez, para que me dé cuenta de que saben quién soy.
Vamos a la biblioteca, todos en fila y en silencio, veinticinco niños de 5 años.
Se sientan en el suelo, nerviosos y pongo en marcha la presentación, mientras P me hace unas fotos.
Vimos mapas, el Nilo Azul, animales impresionantes, vídeos de gente bailando y cantando, personas diferentes, con aspectos sorprendentes y conocieron a Abebe Bikila.
Al acabar, P les dice que en el aula volverán a ver los videos de los bailes, para ensayar. Van a preparar una coreografía para el festival de Navidad.
Me voy muy contenta, convencida de que, en mi próxima vida, no volveré a cometer el mismo error y me dedicaré a esto, sin duda.
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