Después de levantarme a las seis y cuarto de la mañana, preparar la comida, levantar al enano, llevarlo al cole, trabajar hasta las dos y media, irme al gimnasio, volver a la oficina, comer (con el tupper encima de la mesa mientras sigo trabajando), trabajar un rato más, salir, ¡por fin!, a eso de las siete y pico, recoger al enano, hacer la compra, jugar un rato, bañarlo, prepararle la cena, acompañarlo mientras se la come, acostarlo, contarle un cuento y cantarle varias canciones para que se duerma, recoger la casa, recoger la colada, poner otra lavadora, prepararle la bolsa para mañana, hacer mi cena, comérmela y, finalmente, recoger la cocina, digo, después de eso, hoy, prometo por lo poco que queda de perseverancia en mí que, sin excusa, estudio una hora y media como mínimo.
Y mañana dios dirá.
La derivada racista de la DANA
Há 18 horas