Me gustaría saber qué es lo que hace que un día, en el que nada ha cambiado, te levantes sonriente y con ganas de vivir. Qué extraño mecanismo falla cuando, sin cambiar sustancialmente ninguna circunstancia en nuestra vida, todo cae como una pesadísima carga sobre nuestros hombros obligándonos a mantener la cabeza baja, como el ánimo, como las ganas.
Esta mañana le he repetido a mi hijo que la mayor parte de su felicidad depende de sí mismo. Que depende de él querer levantarse contento o enfadado.
Se lo he dicho para recordármelo, para creérmelo, pero no lo he conseguido.
La derivada racista de la DANA
Há um dia
6 comentários:
Repítelo hasta cansarte y a lo mejor funciona...
Un beso, A Filla.
Yo no estoy tan segura de que sea así. Creo que a veces pensamos que no quieren, y no pueden. Si les decimos que "depende de ellos", y no lo consiguen, ¿cómo se quedan? ¿cómo se sienten? ¿como incapaces? ¿como personas que no se esfuerzan lo suficiente? ¿como culpables?
Uno de los grandes logros de mi vida fue, precisamente, conseguir conectar mis emociones con las situaciones que las causaban. Quizás es esto lo que tendríamos que enseñar a reconocer... que su tristeza, su mal humor, su mala gaita, su enfado con el mundo... procede de algún lado, y está justificado.
http://madredemarte.wordpress.com/
Esta entrada hablaba más de mí misma que de mi hijo, Madre.
Y está simplificada la conversación, por supuesto.
Como tú, creo que lo más importante es aprender a conectar lo que siento con lo que me pasa, solo de ese modo podré ajustar mis sentimientos, solo así seré capaz de modificar la manera en que me afecta lo que me sucede, o darle una solución.
El famoso: "Tú no decides lo que te pasa pero sí cómo te afecta".
Si hay una característica habitual de los niños adoptados que mi hijo tiene sin lugar a dudas es el "descontrol de las emociones".
Y claro, cuando yo misma lo sufro, es difícil enseñarle a él.
Lo repetiré, Carol, y seguro que dará resultado.
Gracias y besos para las dos.
Respira.
Para un momento, mira lejos y respira.
Vale.
Pues cambia el sujeto de lo que he escrito.
A veces podemos escoger cómo nos afectan las cosas. Otras sólo podemos encajarlo. Y aceptarlo. Aceptar que no reaccionamos cómo querríamos, cómo creemos que deberíamos.
Ser más indulgentes con nosotros mismos.
Sea lo que sea, pasará, ¿no? ¿No es lo que dices en tu blog? ¿Que nunca llovió que no escampara?
http://madredemarte.wordpress.com/
Cierto, madre, cierto.
Y además, a mí la lluvia me encanta.
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