quinta-feira, 3 de setembro de 2009

Madrina

Llegaba el final del mes, ¡por fin!. Libretas, libros, lápices de colores, mandilones... todo de vuelta a casa.

Y entonces, a los pocos días, llegaban ellos para pasar el verano.

Ocupaban temporalmente la casa de los abuelos con sus maletas y sus cachivaches, con aquellas tarros llenos de alimentos extraños y brebajes: levadura, algas, magnesio, lecitina de soja... Durante unos días el bullicio cotidiano se incrementaba más y más entre idas venidas. Que si la tienda, que si las esterillas, que si el banco de madera no, este año no, mejor llevamos estas banquetitas que son más cómodas.

Y un día, de mañana, salían a montar el campamento en aquella zona en la que sólo estaríamos nosotros, como siempre.



Tres tiendas como mínimo: la común, donde nos reuníamos todos, la de los mayores y la de los niños. Hasta 6 y 7 nos hacinábamos allí, para siestear, jugar, o lo que hiciera falta.

Lo mejor de todo era el inicio del día. Despertarse con el rumor de las olas, a lo lejos. Los rayos de sol que se colaban por las costuras de la tela calentando el ambiente, haciendo imperiosa la necesidad de salir a refrescarse. Y desayunar en aquella mesa larga, enorme, que tenía sitio para todos y después, al mar. Jugar entre las calitas de roca, a saltar de piedra en piedra sin perder el equilibrio, esconderse en el bunker, ducharse con aquella agua gélida y después tumbarse al sol, desparramarse.

Y la noche, la llegada de la noche. Cenar lo pescado durante el día y las minchas, cocidas, sacándolas con un alfiler con cuidado de no pincharse un dedo. Quedarse charlando, mucho rato, hasta que parecía que la oscuridad no podía ser mayor, meterse en la tienda y taparse hasta la nariz. Los ruidos: grillos, gaviotas, ardillas, palomos... pequeñas culebras que serpenteaban bajo el suelo de la tienda provocando el terror general.

Regresé hace aproximadamente un año, tras más de veinte sin haber pisado aquel lugar, tan sólo recordándolo, y estaba todo igual, casi igual.

Y ahora quiero volver, a dormir, a cenar, a desayunar, con él. Para ofrecerle la oportunidad de guardar un recuerdo así.

Nunca le he agradecido, a ella, esa parte de mi infancia que le debo.

13 comentários:

Portarosa disse...

Precioso. Tanto como debía de ser aquello.

Besos.

(¡La palabra de verificación es "seria"!)

A filla do mar disse...

No le faltará la tilde: sería.
:-)

Era fantástico, Porto, fantástico.
(Ayer recordé que mi prima y yo nos untábamos aceite de oliva para ponernos más morenas ¡!)

Esto y los días que pasábamos en la aldea, lindando vacas y paseando en tractor, son recuerdos de la infancia que suponen verdaderos tesoros para mí.

Esos recuerdos unidos a personas, concretas, puntuales, a las que les estoy tan agradecida por todo lo que me ofrecieron, por esa manera tan especial de ver, y vivir, la vida.

carol disse...

Yo también paseé mucho en tractor, ay, qué tiempos y quin pudiera volver (a ciertas cosas, no a todo...)
Besos y buenos días.
Aquí, hoy, despejado y con sol, precioso, pero con demasiado calor, me voy cayendo por la calle, literalmente! Buf.

A filla do mar disse...

Volver?

No, no! A mí me encanta haberlo vivido y disfrutado tanto, y disfrutarlo ahora, cada vez que lo recuerdo. Pero no volvería, que va, que a mí me gusta mucho cumplir años, y hacerme mayor y poder mirar atrás, y adelante, claro!

Ayer volví a hablar de ti :-)
Te hemos puesto pelo largo y cara dulce... acertamos?

Aquí amenaza lluvia, pero poca cosa.

carol disse...

Yo volvería a los bocatas de Nocilla de mi abuela y a las bromas de mi abuelo, ya! Y cumplir años no me gusta nada, aunque tampoco me quedaba con ser una niña pequeña... es solo que a veces me gustaría volver a poder vivir esa sensacion de seguridad e inocencia tan pura que luego se esfuma... Uy, que me lío.

Hablaste de mi? Jo... me intriga saber qué dijiste :P
Pelo largo: sí.
Cara dulce:... no sabría decir, pero creo que más bien no, jejeje.
(ay, qué vergüenza...)

A filla do mar disse...

Yo aún me sorprendo a veces dándome cuenta de que puedo hacer (casi) lo que quiera. Que ahora soy yo la que decide sobre mi vida y que además, soy madre!!!

Eso me compensa la pérdida de seguridad (creo que nunca fui demasiado inocente. La cuarta de cinco hermanos, es lo que tiene...)

NáN disse...

Estoy seguro de que no falta la tilde. El recuerdo, la historia, todo es cosa SERIA.

Y ahora perdona que me refiera al post anterior. Sirwwod y tú me estabais volviendo loco con la mariquita legionaria. La buscaba en vuestros textos y luego me di cuenta de que estaba en un link de sirwood, pero como en el trabajo no se me abría, hasta anoche no puede verla.

¡Me he quedado patidifuso (más Pati que Difuso). ¿Qué animal podía regalar eso a su hijita?

El palabro es lition, y mucho litio se necesita para dormir después de verla.

A filla do mar disse...

Un animal irracional, sin duda!

Imagina mi cara, que el muñequito que aparece a mayores hasta se parece a mi churumbel...

Se lo contaba a mi madre, ayer, y ella me contó una historia de mi bisabuelo (que era republicano pero bastante malnacido).

El primer negro que hubo en mi ciudad era un jugador del equipo de baloncesto local, por allá por los años 50-60,que se hizo novio (y posterior marido) de una chica que trabajaba en una tintorería y mi bisabuelo decía:
- No entiendo cómo esta chica puede salir con uno de esos. Pero si hasta olfatean mal!

Si levantase la cabeza ahora...

Anônimo disse...

Frío:

Sin besos, sin abrazos, sin estrechamiento de manos...este otoño va a ser el más frío de España desde 1868.

S.
La palabra de paso es dicernestoquecenemosquevendramastarde

A filla do mar disse...

Yo me niego, Sir, sobre todo a lo de los abrazos...

(yometomounyogurtyvoyquechuto)

Calamidad disse...

¡Qué bonito, Filla! Fíjate, yo sí que me habría quedado en una edad determinada. No me gusta mirar especialmente al pasado, al menos no quedarme anonadada con el mismo, pero es que ahora mismo me gustaría tanto estar en aquel momento...

Post al canto, en breve, nada más termine de hacer la colada de color y de poner unas truchas al horno (con su salsa de cabrales, of course). Cosas de estar parada. Bueno, también me espera Nada. No la nada sino Nada de Laforet. A ver si me la termino hoy (lectura depresiva, para animarme y eso).

Besote.

PD. a mí me ha tocado kablo. ¿Una indirecta sobre las tonterías kablo en los blogs? Who knows.

A filla do mar disse...

Pero es que tú, Cal-iña mía, te metes en la boca del lobo.

Cómo se te ocurre leerte eso estando baja de moral? Yo lo leí contenta como unas castañuelas y anduve días renqueante. Alma mía leete algo más animado!!

Fíjate que yo nunca tuve deseos de volver atrás, nunca, ni en los peores momentos de mi vida, cuando de repente me quedé sin suelo firme sobre el que pisar y el abismo ante mí. Mi deseo siempre es que pase el tiempo, ir hacia adelante. No sé por qué será así. De donde vendrá esa tendecia. Supongo que una parte muy grande viene de la educación de lo vivido en casa, de lo aprendido. No recuerdo haber escuchado a mis padres o a mis abuelos echar de menos el pasado, nunca. Sí recordarlo con alegría con disfrute, pero no deseando volver allí.

(Mi madriña! Vaya rollo!!!)

La palabra es comas: que comas algo muy rico y ya verás como te animas.

Guapísima!

Calamidad disse...

Una vez fui a mi psicóloga (estando ya muy malita, de baja y todo) y me preguntó ¿qué andas leyendo ahora?. Estaba leyendo Trópico de Cáncer de Henry Miller a lo cual me contestó ¡así no te vas a recuperar en la vida!.

Pues te diré que con Nada me estoy riendo más de lo que creía. Supongo que el mogollón vendrá poco antes de terminar. No sé...

Bueno, que mañana trabajo. Juas, juas, juas. Aunque realmente sí que tengo que trabajar: ordenar fotos, escribir, dibujar... Qué duro, qué duro. ;-P (no me lo voy a tomar a broma que la que me espera no es pequeña en casa de la mía mamma).

Tú sí que estás guapa, guapísima!
Cal.