Salí de la oficina a media mañana, a hacer gestiones. Es una de esas cosas que rompe mi rutina diaria y que agradezco enormemente.
Ya en el centro, en la puerta del aparcamiento, un hombre mayor, impecablemente vestido, escondía su miedo tras una amplia sonrisa mientras nos deseaba buenos días sosteniendo un cartel: "Gracias por su ayuda".
Le di lo que consideré suficiente para aplacar la angustia que me provocó el imaginar su situación, su historia, su día a día.
En un parque, vacío si no fuese por ellos, dos hombres columpiaban a sus respectivos hijos, sin disimular su aburrimiento.
De vuelta, regresé por el camino que solía hacer dos años atrás, casi dos años ya, sin sentir nada en especial. Recordando únicamente que el aniversario se avecina.
La derivada racista de la DANA
Há uma semana
8 comentários:
Así es el horror tantas veces. Vergonzantemente ocultado. Aparentemente inexistente.
Me encantan estos textos que sólo hablan de la vida.
Es que no es poco :)
la vida se filtra, como el agua.
Pero por la comparativa de comentarios con el anterior, va a ser verdad eso de que puede más una teta que una carreta.
Lo que más me impresionó de aquel hombre, NáN, fue su normalidad. Me recordó a mi abuelo y pensé que, de hecho, sería el abuelo de alguien, luchando, seguramente, por sacar a su familia adelante.
Mi amiga L, que se encuentra diariamente en su trabajo con situaciones dramáticas, me habló un día de un abuelo, cuyos hijos se habían quedado en paro, que había solitado vales de comida para poder alimentar a sus nietos. Un hombre normal, como mi padre, como mi abuelo...
Gracias, Jesús, muchísimas gracias.
Lo que voy a poner ahora no es un acto de pedantería, sino de respeto. Tu comentario me ha hecho pensar en un artículo de El País sobre la película de Bruce Weber sobre Chet Baker, Let's get lost, que por fin se va a estrenar. Copio dos párrafos y luego explico.
«Para Weber la enorme capacidad de seducción de Chet Baker nacía de su "inocencia". "No podías dejarle pasar, querías vivir a su lado". La extraña inocencia de un hombre que asegura que el día más feliz de su vida fue cuando se compró su Alfa Romeo S.S y que el peor fue aquél en el que perdió a golpes todos los dientes. "De todas sus historias, falsas o reales, la de su dentadura siempre fue la más terrible e incómoda". Le arrancaron una a una las piezas de su boca en un ajuste de cuentas del que nunca contó toda la verdad. Durante seis meses Baker fue incapaz de coger la trompeta y aquel incidente abrió la mayor grieta en su carrera musical. Tres años en la cuneta, hasta que Dizzie Gillispie volvió a llamarle para que actuara en Nueva York.
El Chet Baker de Let's get lost ya no es el joven James Dean del jazz de las fotografías de William Claxton pero en toda la película no hay un asomo de sordidez. "Suelen preguntarme donde está la belleza y yo nunca sé muy bien qué responder. Yo siempre veo belleza a mi alrededor, quizá ese es mi don. Hace años Larry Clark, el director de la maravillosa Kids, me dijo algo que nunca he olvidado, que él nunca se permitía reírse de nadie. Me gustó esa idea y desde entonces la hice mía. No sé qué es la belleza, sé qué es el respeto".»
Me has hecho pensar lo mismo: ese hombre merece respeto. (por cierto, la frase de Larry Clark la hago mía, no me permito reírme de nadie. ¡Qué ganas de ver la película!).
Precioso comentario.
Y sí, qué ganas (es mi instrumentista preferido, y mi jazzista preferido junto con Billie).
Yo también tengo ganas de verla, no sé si la voy a encontrar aquí... Justamente hace unos días un muy buen amigo me habló de ella.
"no me permito reírme de nadie", Nán, tu frase prestada me ha hecho pensar en lo importante que es para mí la capacidad de reírse de uno mismo...
A filla, cuando mi abuelo vivía, siempre pensaba en lo triste que me pondría si alguna vez lo viera como ese abuelo que viste tú. Y no sé muy bien porque siempre me venía ese pensamiento.
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