Mientras me visto, una chica entra en el vestuario y me
arrea con su bolsa en la espalda. No se entera, está hablando por teléfono.
Frente a mí, dos chicas hablan animadamente, hasta que a una
de ellas le llega un mensaje al móvil. Lo coge y empieza a escribir mientras su
amiga sigue hablándole al vacío. Cuando me marcho, la una sigue atenta al
móvil, la otra ha dejado de hablar.
En la taquilla de al lado de la mía, otra chica lee y
escribe en su teléfono, mientras coge su bolsa, mientras la abre, mientras saca
la ropa, mientras empieza a descalzarse...
Al entrar en el gimnasio, esquivo a un chico que se cruza en
mi camino sin darse cuenta: cabeza baja, leyendo, supongo, en su móvil.
Cuando llego al parking, un coche espera a que otro salga
para poder aparcar. El conductor del coche saliente escribe algo en su móvil
mientras el conductor del coche entrante parece desesperarse. Finalmente,
aparcó en la plaza que yo dejé libre.
La derivada racista de la DANA
Há 2 semanas
6 comentários:
Estamos, estamos...
Yo no me considero especialmente enganchada, y aún así, mi hijo me dijo ayer: "Estás demasiado pendiente del móvil. Deberías dejarlo para cuando nosotros no estemos".
Tiene 5 años.
Y lógicamente, pienso hacerle caso.
http://madredemarte.wordpress.com/
No sé por qué pero cada día me sienta peor ese, como dice tu hijo, "estar pendiente del móvil".
Me molesta tanto en los demás como en mí.
Me siento estúpida al hacerlo. Como el que va de viaje y se pasa las horas haciendo fotos en lugar de disfrutar de lo que ve.
Estamos algo tontos, sí. No tengo smartphone y me debato entre si tenerlo (soy la última en enterarme de cualquier cosa porque la gente se comunica solo por whatsapp) o no tenerlo. Realmente tengo el teléfono de adorno.
De todas formas es una forma de comunicación más que nos permite establecer relaciones. Lo malo es que desestablecemos o prestamos poca atención a otras por estas nuevas.
En Barcelona quedé con mis amigas en la playa para tomar algo y, bueno, ellas se pasaron el 90% del tiempo con el teléfono. Al final me fui a mojar los pinrreles al mar. Sola, claro. Me aburría.
Besines.
España es el país del mundo con mayor proporción de teléfonos inteligentes... Como llevo tiempo fuera, no me lo imagino, la verdad. Pero hace poco, en un restaurante aquí en Vilnius, había un grupo de japos comiendo. Unos seis o siete. Todos enganchados al móvil. No sé si en toda la comida se intercambiaron dos o tres palabras.
A mí también me molesta cada vez más. En los demás, pero creo que todavía más, en mí. Y he decidido disciplinarme al respecto.
Como tengo una relación a distancia, el estar mínimamente pendiente del móvil es inevitable... pero hay que circunscribir cuándo, y sobretodo, cuándo no. Y cuándo no incluye, desde luego, cuando estamos con otra gente (incluídos los de casa, por supuesto), pero también la capacidad de guardarlo una vez vistos los mensajes y ponerse a otra cosa...
Lo de las fotos lo comparto. Recuerdo haber ido con los niños años atrás a una actividad en la que tocaban animales (serpientes, erizos de mar...) y la mayoría de los padres estaban más pendientes de las fotos que de mirar... la foto de recuerdo está bien, pero luego, la cámara, como el móvil (si no es el mismo dispositivo), a la mochila. Como decimos en catalán, "que el llegir no et faci perdre l'escriure" (que leer no te haga dejar de escribir).
http://madredemarte.wordpress.com/
A pesar de sus beneficios, las puertas que nos abre el móvil pueden cerrarnos otras más cercanas.
Al final, perdemos calidad de tiempo, descuidamos nuestra atención a lo inmediato, nos dispersamos demasiado (o podemos hacerlo). Deberíamos, más que tacharlo del todo, ser capaces de ponerlo en su sitio.
A mí con los niños me da mucha rabia. Porque lo hago. Y también mi hijo me lo ha dicho.
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