Ayer, al llegar a casa exhausta, me desplomé en la cama de Cibrán mientras él jugaba en la alfombra. Dormité hasta que él me tocó la pierna: Mamá, que te duermes!
Se nos había hecho tarde y aún teníamos que ir al super antes de salir escopetados para no llegar tarde a teatro.
Me levanté diciéndole que nos íbamos pitando y fui a por el bolso. Cuando volví a su habitación a buscarlo, porque tardaba, allí estaba él, recogiendo todos los juguetes y colocando cada cosa en su sitio. Al levantarse arrugó la alfombra y, al darse cuenta, volvió sobre sus pasos para estirarla.
... tal astilla.
La derivada racista de la DANA
Há uma semana
4 comentários:
Ay, la genética...
Está sobrevalorada.
No se crea, Filla. Que tiene lo suyo.
Eso solo pasa con los hijos o se puede contagiar a los que viven con uno ;-P
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