Fue la primera playa de mi vida, la única durante muchos años.
Cada tarde, mi tío Monso nos metía a todos en el coche (llegamos a ser 11 primos apelotonados en el asiento trasero de su CX) y nos llevaba a la playa. Verano e invierno.
Aparcaba el coche en el campo y estiraba allí una manta enorme en la que él y mi tía Sara se tumbaban a tomar el sol.
Si hacía buen día bajábamos a la arena y nos bañábamos bajo su atenta supervisión. En los días malos nos quedábamos en el campo, jugando al lobo o recogiendo bichos y flores.
Y siempre esta playa porque, por mal tiempo que haga, “en Penencia, abrasa”.
Cada tarde, mi tío Monso nos metía a todos en el coche (llegamos a ser 11 primos apelotonados en el asiento trasero de su CX) y nos llevaba a la playa. Verano e invierno.
Aparcaba el coche en el campo y estiraba allí una manta enorme en la que él y mi tía Sara se tumbaban a tomar el sol.
Si hacía buen día bajábamos a la arena y nos bañábamos bajo su atenta supervisión. En los días malos nos quedábamos en el campo, jugando al lobo o recogiendo bichos y flores.
Y siempre esta playa porque, por mal tiempo que haga, “en Penencia, abrasa”.
Um comentário:
Si el ordenador es el adecuado (como es el caso, ahora), el azul es espectacular.
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