Hace un par de semanas, mientras me pintaba las uñas de los pies, mi hijo me observaba interesado.
- ¡Qué bonitas , mamá!
- ¿Te gustan?
- Sí. ¿Me las pones?
Ni lo dudé. En cuanto acabé con las mías me afané con las suyas. La verdad es que, como tiene la piel tan oscura, le quedaban genial.
Se puso unas sandalias con los dedos al aire y nos fuimos a visitar a su familia paterna.
La reacción ante la decoración de sus uñas no tardó, para mi sorpresa. Y entre un comentario y otro su tío, para reforzar la argumentación en contra del color de las uñas, contó que mi hijo le había dicho unas semanas atrás que tenía una novia y un novio. “Y después os quejareis”, sentenció.
A mí no me resulta extraño ni sorprendente que mi hijo diga esas cosas ni que quiera pintarse las uñas de los pies. Me parecen comportamientos normales en un niño de su edad, que ya se han dado y siguen dándose en los niños que tengo a mi alrededor.
Lo que sí me sorprende es la reacción de personas jóvenes, de mi generación, a las que presupongo un nivel de apertura mental y de tolerancia que por lo que veo no se ajusta a la realidad.
¿Alguien con este perfil se cree realmente que porque mi hijo se pinte las uñas de los pies o porque diga que tiene novio se condiciona su conducta sexual futura?
Pero lo que realmente me preocupa es que en mi entorno más cercano continúe siendo tan problemático el tema de la orientación sexual.
La derivada racista de la DANA
Há uma semana
5 comentários:
yo creo, sinceramente, que es más ignorancia que otra cosa.
Se opina sobre lo que no se conoce.
Aunque preocupan las consecuencias que tiene esa ignorancia para las personas.
Más grave me parece preocuparse por la tendencia sexual que pueda tener. Tendrá la que tendrá, ¿no? Y será cosa suya.
Hay que joderse, con la gente.
Sí, NáN, exactamente.
Mi hijo ahora está encandilado con una niña de 11 años que, además de ser guapísima, es encantadora y un niño de la misma edad que es super cariñoso con él.
Y claro, está enamorado de los dos. Son sus modelos a seguir (bendito sea!!).
Y es que a mí me importa un comino si a mi hijo le gustan los hombres o las mujeres, ambos o ninguno. Solo deseo que quien le guste le corresponda y que sean muy felices juntos.
Y de verdad que no me puedo creer que alguien con un mínimo de cabeza vea un problema en su tendencia sexual. O en que le guste Hello Kitty (como es el caso). Pero el caso es que lo ven y aún encima pretenden argumentarlo para que parezca razonable.
Sólo me preocuparía de vigilar si huele demasiado cerca el frasco de esmalte de uñas. No sé si será la acetona pero tiene un componente que de niño me encantaba y me consta que a otros niños también les engancha.
Su hijo quiere un montón. Es una suerte.
Ay, la gente. Es, somos cobardes. Miedo a los problemas. El mismo miedo los genera. Así nos complicamos.
Lo peor, Perplejo, es que creamos problemas de lo que no lo es. Y eso sí que es jodido.
En cuanto a las acetonas, los pegamentos de los cromos y los vinos vigorizantes, si uno no pasa de las dosis terapéuticas no hay nada que temer. Total, como los niños pequeños van "colocaos" de natural y de serie, pues no provoca demasiadas distorsiones de la realidad; en todo caso, refinamiento de la percepción.
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