quarta-feira, 18 de agosto de 2010

Martes tarde

Resultaba imposible aparcar cerca de la entrada de la playa, así que me conformé con aparcar donde pude y, tras ponerme el biquini, subí la cuesta que llevaba a las escaleras de acceso.

Al llegar a la arena busqué un hueco entre las toallas y las sombrillas. Al mirar a mi alrededor ví a L, justo a mi lado. Lo saludé con prisa, hice las preguntas de rigor -¿Qué tal P?, ¿Todos bien en casa?- y me despedí aduciendo que no tenía mucho tiempo y que quería caminar hasta la otra punta. Lo segundo era cierto.

Me encantan las playas con marea baja, que te permiten caminar sobre la arena húmeda y endurecida. Ayer el mar estaba increíblemente calmo y cristalino. Las olas llegaban a la orilla prácticamente sin romper. Se elevaban y volvían a caer sin imperfecciones. Parecían de cristal.

Pensé lo mucho que le habría gustado nadar aquí, en el agua limpísima. Lo imaginé sumergiendo la cabeza, braceando y levantándose después sonriente y orgulloso de sus progresos.
No consigo acostumbrarme a sus ausencias.


A marea baixa en San Xurxo

5 comentários:

Portarosa disse...

No lo haga, no se acostumbre. ¿No sería, en realidad, un poco triste acostumbrarse?

Qué foto más bonita.

NáN disse...

Tiene razón el Porto.
La foto, a más de bonita, es un poco cabronada ponerla, ¿no? Que no todos tenemos mar, oiga.

A filla do mar disse...

Por eso la pongo, NáN, por eso. A ver si le pica el gusanillo y se anima de una vez...

Porto, discrepo, más o menos, discrepo.

Buon giorno.

Iván disse...

No me meto en lo que no sé. Pero un abrazo de todos modos.

Ha conseguido darme envidia con la foto y con lo relatado. Cuando quiero quedarme solo debo caminar sorteando obras hasta meterme en el metro. ¡Ay!

NáN disse...

Claro, pero seguro que si voy allí el mar no está así y me decís, "qué pena, hasta ayer mismo estaba maravilloso". (Mis defensas agorafóbicas están potentes y rápidas).

Reconozco, sin embargo, ue tal como está en la foto es un sueño.