Una sensación que podríamos definir así es lo que me ataca con la llegada de la Navidad.
Prometo que aborrezco el mazapán, que el turrón, a excepción del de chocolate, es algo a lo que no le encuentro la más mínima razón de ser, que los polvorones me producen asfixia solo con nombrarlos pero...
Pasado el día de la Constitución, año tras año, se apodera de mí una especie de monstruo devorador de dulces navideños y mi más profundo deseo es llegar a casa de mi madre y zamparme todo lo que se me ponga por delante (en lo que a dulces se refiere, aclaro).
Menos mal que el gimnasio no cierra en vacaciones.
La derivada racista de la DANA
Há uma semana
4 comentários:
La sugestión de la mente. Es que usted arde en deseos de navidades; en todas sus formas.
Besos.
Encantada de haberte conocido!
Admirada por tu generosidad sin límites.
Impactada por tus inquietudes, y comentarios.
Con ganas de empaparme toda esa cultura y amor a la Tierra que profesas.
Así te veo yo.
Deseando conocerte en persona, recibe un bico
Es a mí?
Ô_Ô
Muchas gracias, Señá, pero me temo que esa imagen es inmerecida...
Cualquier día por la calle, en el parque o tomándonos unas cañas nos encontramos de bruces la una con la otra. ;-)
Outro bico.
Es el tiempo, que os vuelve locos ciclicamente. Ayer, después de cenar, Lola va y abre una tableta de turrón que había comprado. Por suerte, el único dulce comptado este año, esa tableta. Es que como me voy, me dice, y allí no hay de esto.
Cuando era niño, ni pensar en tomar nada de eso hasta el postre de la cena de la noche famosa esa.
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