quinta-feira, 21 de junho de 2018

Fin del principio

Hace casi 9 años, en el mes de septiembre de 2009, volvía junto con mi hijo a mi antiguo colegio, esta vez para dejarlo a él en sus aulas. 

No había cambiado mucho, la verdad. Y me hacía especial ilusión que él iniciase su andadura académica en la misma aula que yo había utilizado años antes. 

Lo dejé llorando (llorando él y conteniendo las lágrimas yo) y, aunque la profe nos insistía en que nos marchásemos tranquilas, que iban a estar bien, las dos o tres madres que estábamos allí nos revolvíamos nerviosas. 

Tenía razón Pili, iban a estar bien. 

Han transcurrido 9 años entre aquel renacuajo ceceante y el medio-hombre que en breve apoyará su brazo en mi hombro. 

Ha tenido excelentes maestras y otras que no lo fueron tanto. Ha hecho amigos y amigas, ha jugado, reñido, cometido alguna gamberrada y también algún que otro acto heroico. Todo lo que ha vivido estos años lo ha compartido conmigo, con mamá. 

Y ahora… 

Esta mañana los veía bailar. Más de 50 niños y niñas, que han sido sus compañeros todo este tiempo y que, la mayoría, seguirá siéndolo en los años siguientes. 

Renacuajos que lloraban hace nada, agarrándose a nuestras piernas antes de entrar en el aula, y que ahora te lanzan una mirada mortal cuando intentas darles un beso en la puerta del colegio. 

Nos tocan unos años de mendigar hasta que vuelvan los besos y los abrazos espontáneos. 

El instituto fue una etapa muy dura para mí, luchando entre lo que era y lo que quería ser, entre lo que me gustaba y lo que deseaba gustar. La recuerdo tan bien que seguramente por eso los adolescentes me resultan tan interesantes. 

No vamos a poder evitarles el dolor, el miedo, la pasión no correspondida, las ganas de alejarse de nosotros, ni la sensación de soledad. 

Espero que todo eso, junto a todo lo bueno que trae crecer, nos permita ver, dentro de unos años, cuando acaben esta nueva etapa, a esos mismos niños y niñas tan felices como los he visto hoy. 

Mucha suerte, Surillé!! Konjo!

Um comentário:

Anônimo disse...

Crecen. Demasiado rápido.
Espero que le vaya bien en esta nueva etapa, para mí la adolescencia fue la mejor etapa de mi vida, con todo el mundo desplegado delante de mí.
Y espero que escribas algo antes de que el muchacho empiece la Universidad :-)

https://madredemarte.wordpress.com/