La noche es cálida.
Apago las luces de la cocina y me siento en las escaleras del patio. Solo el run run de la lavadora rompe este silencio extraño. Apenas veo luces en las ventanas vecinas. La luna creciente brilla casi como si fuese llena.
Las plantas han sobrevivido a nuestra ausencia. Supongo que alguna mano maternalmente caritativa ha impedido la catástrofe.
Cibrán ya duerme. Se desplomó sobre la mesa mientras acababa su leche con cereales.
¡Qué envidia de infancia! ¡Qué manera de disfrutarlo todo! ¡Qué placer poder verlo desde aquí!
Se acaban las vacaciones. Tan solo tres días me separan de la vuelta a la oficina y, a pesar de todo, me siento bien, animada, ilusionada ante el reto de continuar.
Hemos dejado la playa, el sol, el mar a primera hora de la mañana: la ilusión de mi vida. Y volvemos a casa, con energías renovadas, con amores renovados, con pasión.
La derivada racista de la DANA
Há 2 semanas
3 comentários:
Qué gráfica esta entrada, y qué bien escrita. Es un gustado volver satisfecha y cansada de las vacaciones :)
Gracias, Martes.
Mañana, al trabajo de nuevo...
jo... yo no puedo escribir una vuelta tan feliz!!!... Yo no quería volver... :)
Un beso! (y hasta el año que viene...)
Postar um comentário