Sé que debería pensar que es lo mejor, que estarán bien, que será una experiencia buenísima para ellos, a la que, seguro, le sacarán mucho provecho.
Sé que ahora ya no hay distancias, que podremos hablar y vernos todos los días, aunque sea a través de la pantalla, que volverán en Navidad y que será fantástico.
Pero los imagino lejos y se me encoge el corazón.
¿A qué ventana vamos a mirar cada mañana para ver si ya se han levantado?
¿A quién saludaremos con los brazos en alto desde nuestro patio?
¿Quién gritará nuestros nombres desde el otro lado y esperará nuestra respuesta con la sonrisa en la cara?
La derivada racista de la DANA
Há uma semana
3 comentários:
Todas las distancias con aquellos a los que más queremos, por pequeñas que sean, son horribles. Y hay determinados momentos y por diversas circunstancias en que se pueden hacer insoportables.
Es verdad que las nuevas tecnologías reducen esa distancia porque nos ayudan a mantener el contacto, pero no pueden suplir de ninguna manera una necesidad física, un abrazo o un beso, o una simple palmada en el hombro o un cruce de miradas.
Y para quién crees que será peor ese alejamiento, esa partida? para aquel que se va o para los que se quedan.
Un abrazo grande.
Paloma
Hoy las distancias se hacen cada más pequeñas y muchas veces las marca el corazón. Pero es normal que sientas esa sensación. Mucho ánimo! Dulces biquiños, Verónica.
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