Lo veo casi todas las noches, a través del cristal de la puerta del patio, campando a sus anchas, husmeando en mis plantas con la intención de aprovecharse de ellas. Es fácil distinguirlo en la oscuridad.
Es blanco y muy peludo. Los ojos azulísimos. Totalmente sordo.
Cuando sus dueños (nuestros vecinos de al lado) lo dejan salir a pasear un rato, suele acercarse hasta nuestro patio. Olisquea y, si ve que estoy en la cocina, se acerca a mirar desde el otro lado del cristal. Hasta que se da cuenta de que lo he visto, entonces, despacito, se separa y continúa paseando.
A menudo lo vemos desde la calle, subido a alguna de las ventanas de su casa. Nos acercamos, lo saludamos y Cibrán siempre le pregunta:
- ¿Vas a venir a hacer caca en las plantas de mi patio?
Un día, al pasar por delante de la ventana, no estaba él sino una gata negra y blanca que también vive allí. Cibrán me miró boquiabierto:
- ¡¡Mira, mamá, se disfrazó!!
La derivada racista de la DANA
Há uma semana
3 comentários:
Es una pena que perdamos esa lógica entusiasta.
A veces pienso que las cosas se hacen tan rígidas porque dejamos de pensarlas como los niños.
¡Qué rico Cibrán! Está en esa edad en la cual te lo comerías. A besos, claro.
Totalmente de acuerdo con Nán.
¡Que bueno,...! Se llama "Farrapo", me encantó el nombre cuando me lo dijo el dueño.
Bicos
Postar um comentário