
Me encanta.
Yo no soy creyente pero estas fiestas son las que más me gustan, por el ambiente, por el regreso de los que están lejos y porque son una ocasión incomparable para explicar a mi hijo un montón de cosas que, en el día a día, apenas tiene presentes: la fe, el pecado, la culpa, las distintas maneras que tenemos las personas de enfrentar la vida...
Me gusta especialmente la procesión del Santo Entierro. Es impresionante ver el féretro de cristal, el cuerpo y los penitentes que lo portan; sus capuchones negros, sus pies descalzos...
Deseo que llegue el momento, que mi hijo me pregunte quién va en esa caja, quiénes son esos hombres, por qué van descalzos y poder explicarle que hay otro modo de afrontar las dificultades, otra manera de ver la vida, de vivirla y a la vez, hacerle entender que cada uno es libre de vivir y de sentir de un modo diferente y que todo es respetable cuando se respeta a los demás.