Es la misma sensación, supongo, que siente una al ahogarse,
en el mar, por ejemplo.
Tengo la certeza de que, si el suelo está cerca, la mejor
opción es dejarse caer para, en el fondo, coger impulso y salir a flote. Pero
la incertidumbre sobre la distancia que me separa de esa posibilidad de impulso
me impide tomar la decisión definitiva y, mientras vacilo, el aire se acaba.
Cuando me deje caer ya será demasiado tarde.