quinta-feira, 24 de fevereiro de 2011
quarta-feira, 23 de fevereiro de 2011
Hace 30 años
El 23 de febrero de 1981 mi padre navegaba, creo, por aguas del Golfo Pérsico. Mis hermanos, mi madre y yo estábamos en casa de mis abuelos (lo hacíamos habitualmente, irnos a pasar una temporada a casa de mis abuelos cuando mi padre estaba navegando. No debe de ser fácil lidiar con 5 criaturas estando sola...).
Solo recuerdo estar sentada en la alfombra del salón, frente a la tele, mientras mi madre, desencajada, repetía:
Solo recuerdo estar sentada en la alfombra del salón, frente a la tele, mientras mi madre, desencajada, repetía:
“¡Ay! Beliño, dios mío, Beliño...”.
segunda-feira, 21 de fevereiro de 2011
sexta-feira, 18 de fevereiro de 2011
Versión libre del chiste Mistetas
"Había una princeza que ce quería cazar con un príncipe y le dice:
Basado en el chiste original- ¿Te quierez cazar conmigo?.
- No, pero me encantaría verte laz tetaz."
quinta-feira, 17 de fevereiro de 2011
quarta-feira, 16 de fevereiro de 2011
Confesiones
- Llevo años deseando acercarme a usted y decirle lo mucho que significa en mi vida.
- ¿Perdón?
- Es usted una guía para mí. Es todo lo que yo querría ser. No sabe cómo lo admiro.
- Perdone pero yo...
- Ayer me sentía muy mal y creía que me pasaba algo grave. Hoy el doctor me ha dicho que es una simple sinusitis y al salir de la consulta he pensado en todas esas cosas que queremos hacer y que vamos dejando, siempre pensando en mañana.
- Mire, señor...
- Así que ahora, al pasar y verlo ahí, sentado, no he querido desperdiciar la ocasión. Yo ya sé que usted no me conoce de nada, pero no querría morirme sin decirle antes cuánto lo admiro, y mucho menos que usted se muriese sin saberlo.
Accogersi
En unas semanas, cinco para ser exacta, cumpliré 37 años. Casi ni me he dado cuenta de los 36, ni de los 35. En realidad casi no me he dado cuenta de que han transcurrido los años desde que fui a buscar a Cibrán. Tal vez sea porque han pasado tantas cosas y tan rápido que no me ha dado tiempo a sentirlo.
El caso es que hoy me he parado a pensar en mi edad y, por primera vez, he caído en la cuenta de que ya se va haciendo tarde para tener un hijo biológico.
Nunca había pensado en esa posibilidad, supongo que debido a la tranquilidad que me aportaba saber que siempre podría llamar a esa puerta. Pero ahora, de repente, ese siempre tiene un límite. Y está ahí, cerca.
Me gusta cumplir años y nunca he deseado ser más joven o volver atrás pero creo que tengo, por primera vez, la sensación de que el tiempo se acaba.
El caso es que hoy me he parado a pensar en mi edad y, por primera vez, he caído en la cuenta de que ya se va haciendo tarde para tener un hijo biológico.
Nunca había pensado en esa posibilidad, supongo que debido a la tranquilidad que me aportaba saber que siempre podría llamar a esa puerta. Pero ahora, de repente, ese siempre tiene un límite. Y está ahí, cerca.
Me gusta cumplir años y nunca he deseado ser más joven o volver atrás pero creo que tengo, por primera vez, la sensación de que el tiempo se acaba.
sexta-feira, 11 de fevereiro de 2011
Puntos de vista
Acabábamos de pararnos delante de un músico que toca la trompeta en la calle y le habíamos echado un par de monedas. Continuábamos paseando cuando un hombre pidiendo limosna se acerca y me dice:
Niego con la cabeza y seguimos caminando.
Cibrán va repitiendo, “Para comer, para comer...”
- Para comer, señora.
Niego con la cabeza y seguimos caminando.
Cibrán va repitiendo, “Para comer, para comer...”
- ¿Qué dices?
- Para comer, como ese señor.
- Si, estaba pidiendo dinero.
- Ya, pero no le dimos monedas porque nosotros no queremos comer ahí, ¿verdad?
quarta-feira, 9 de fevereiro de 2011
Aniversario
¡Coño! ¿Cómo ha podido pasárseme? Con lo atenta que estaba yo al calendario...
Pues fíjense que hace poco más de un año, el 29 de enero de 2010 (el mismo día en que recuperé a un viejo amigo al que, por cierto, creo que he vuelto a perder...) me compré un piso. Bueno, para ser fiel a la realidad, no es un piso, es un bajo: mi bajo, mi casa.
Para mí, que desde que me he emancipado el máximo tiempo que he vivido en la misma casa han sido 2 años (he habitado un total de 14 casas en 18 años) el hecho de comprarme una significa mucho, muchísimo. Es una declaración de intenciones. Una apuesta que nunca, hasta ahora, me había atrevido a hacer.
Y estoy encantada, porque mi casa es perfecta para mí. Tendrían que verla.
terça-feira, 8 de fevereiro de 2011
El precipicio
Cuando me separé, hace ya tres años y medio, creí que me moría.
Me vi de repente ante un abismo, como si fuese caminando, confiada, y se fuese derrumbando el camino ante mí, hasta quedarme sin camino, sin nada, solo un precipicio enorme sin nada más al otro lado.
En ese momento solo había una idea que conseguía que me levantase por la mañana, que me duchase, me vistiese, que acudiese al trabajo... (que comiese, no, eso me resultaba imposible, y así adelgacé doce kilos en dos meses): la idea de que mi hijo no podía tener una madre amargada.
Me agarraba a esa idea como el que se aferra a un tronco de la orilla para evitar que lo arrastre la corriente. Y me salvé.
Una mujer a la que estimo mucho, y que pasó por una situación similar muchos años antes, me aseguró que saldría reforzada de todo aquello. Que sobreviviría y que sería mejor y más fuerte. Y tenía razón.
No sé si soy realmente mejor que antes. Yo creo que sí. De lo que estoy segura es de que soy más fuerte y de que ahora hay menos cosas que me den miedo porque me veo capaz de construir un puente que me lleve al otro lado del precipicio, aunque el otro lado continúe siendo un misterio.
Me vi de repente ante un abismo, como si fuese caminando, confiada, y se fuese derrumbando el camino ante mí, hasta quedarme sin camino, sin nada, solo un precipicio enorme sin nada más al otro lado.
En ese momento solo había una idea que conseguía que me levantase por la mañana, que me duchase, me vistiese, que acudiese al trabajo... (que comiese, no, eso me resultaba imposible, y así adelgacé doce kilos en dos meses): la idea de que mi hijo no podía tener una madre amargada.
Me agarraba a esa idea como el que se aferra a un tronco de la orilla para evitar que lo arrastre la corriente. Y me salvé.
Una mujer a la que estimo mucho, y que pasó por una situación similar muchos años antes, me aseguró que saldría reforzada de todo aquello. Que sobreviviría y que sería mejor y más fuerte. Y tenía razón.
No sé si soy realmente mejor que antes. Yo creo que sí. De lo que estoy segura es de que soy más fuerte y de que ahora hay menos cosas que me den miedo porque me veo capaz de construir un puente que me lleve al otro lado del precipicio, aunque el otro lado continúe siendo un misterio.