- Para comer, señora.
Niego con la cabeza y seguimos caminando.
Cibrán va repitiendo, “Para comer, para comer...”
- ¿Qué dices?
- Para comer, como ese señor.
- Si, estaba pidiendo dinero.
- Ya, pero no le dimos monedas porque nosotros no queremos comer ahí, ¿verdad?
Si los niños no existieran, habría que inventarlos. Para no volvernos locos en nuestra estupidez.
ResponderExcluirY qué rápido lo perdemos, el niño...
ResponderExcluirUn beso, NáN.