Desde que la conocí no dejo de pensar en sus padres, en la impotencia que habrán debido de sentir al conocer la enfermedad de su hija, en el miedo al saber que allí su mal era incurable, en el alivio al conocer que existía una solución aunque fuese a miles de kilómetros de ellos, en el valor al dejarla marchar, con tan solo 3 años, confiando su vida a unos desconocidos.
Pienso en todo esto porque soy incapaz de imaginarlo.
Y cuando vuelva sana y salva, qué sentirán hacia esos desconocidos. Toda su vida, supongo.
ResponderExcluirUn beso.
Sus padres, su familia, no saben nada de quien cuida a su hija, pero semanalmente, desde Tierra de Hombres, les envían información sobre la niña.
ResponderExcluirDespués, una vez que todo salga bien, ella volverá y aquí también le perderemos el rastro.
Está bien así, aunque parezca durísimo, está bien que ellos no tengan a quién agradecer nada y que aquí solo quede un recuerdo.