Unas manos rosadas, enormes, duras de trabajar un día tras otro, sin descanso. Tan duras como tiernas cuando te daba aquellos abrazos inmensos. Estar sentada en su colo* era como sentirse fuera de todo peligro, amparada por aquel pecho que era como un castillo.
Me enseñó a no tenerles miedo ni a las vacas, ni a los puchos*. Me hizo madrina de Marela y dueña honorífica de Nuca. Puso la naturaleza a mi alcance y me metió la tierra, mi tierra, en el alma. Me hizo amar el origen de lo que soy y de donde vengo.
La felicidad de mi infancia la recuerdo alrededor de su falda y de sus calderetas de leche caliente.
Hay personas que una cree que nunca se irán, porque son como pilares sobre los que el mundo se sustenta. Pero se van, como nos iremos todos.
Era demasiado joven y le quedaba demasiada vida por delante.
Era, como su madre, una Mujer con mayúscula.
*colo: regazo
*pucho: ternero
Un beso muy, muy, muy grande, M., filla do mar y filla da terra. Un beso muy grande.
ResponderExcluirGracias, Jesús.
ResponderExcluirTe pienso muy a menudo.
Otro para ti.
Lo siento... un abrazo.
ResponderExcluirhttps://madredemarte.wordpress.com/
Un beso muy grande.
ResponderExcluirSe ve que es tiempo de pérdidas para todos. Un beso gordo!!
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