Tengo un trabajo que, poco a poco y gracias, sobre todo, a mi compañero, cada día me gusta un poco más.
Tengo unos amigos que, a golpe de teléfono o de mensaje, están ahí al lado, aunque nos separen cientos de kilómetros, con los brazos abiertos para recoger mis pedazos.
Tengo unos padres que, con un montón de años a cuestas, continúan estando sanos, felices y siempre disponibles.
Tengo unos hermanos que siempre, siempre, siempre, me acompañan (aunque nos separe un oceano inmenso).
Tengo una pareja que es mi amigo, mi amante, mi confidente.
Y tengo un hijo, un pequeño superhéroe que hoy cumple 8 años.
Gracias a todo esto pero, sobre todo, gracias a él, la vida es maravillosa.
Felicidades Surillé, konjo.
quinta-feira, 30 de outubro de 2014
quarta-feira, 15 de outubro de 2014
Criminales
Hace tiempo, años ya, que no veo la televisión ni leo la prensa. Mi contacto con el resto del mundo (el que no está en mi entorno más cercano) se reduce a la escasa media hora que escucho la radio yendo o volviendo del trabajo.
Son apenas 15 minutos por trayecto, en los que Radio 5 me actualiza en lo imprescindible.
Salvo las ocasiones en las que mi horario de ida o de vuelta coincide con esos pequeños y deliciosos espacios (Cajón de músicas, Ciencia y acción, Vidas contadas…) el tiempo en el coche suele coincidir con un espacio de noticias.
Cualquiera de las indignidades que acontecen alrededor de los políticos y dirigentes de este país sería suficiente para revolverle el estómago al más pintado pero, concretamente, lo de las tarjetas opacas a mí me ha dejado atónita.
Cómo un país puede albergar tal cantidad de mentirosos, facinerosos e hijos de la grandísima puta que roban el dinero de sus conciudadanos mientras familias enteras viven en la más absoluta indigencia, mientras personas formadas, trabajadoras, buenas (personas buenas, joder) pasan necesidades, hambre, frío; mientras niños, cientos de niños, miles de niños en este país, sufren la precariedad más absoluta en sus casas.
Asquerosos ladrones que se dedican a recortar la educación y la sanidad de nuestros hijos y la nuestra mientras se gastan el dinero que nos roban sin la menor vergüenza.
Siento no creer en dios, porque eso, por lo menos, me daría la esperanza de que sufrirán la condenación eterna. Pero como eso, tristemente, no sucederá, espero por lo menos que el azar les traiga una enfermedad dolorosa y limitante, que el ébola que contagió a esa pobre mujer los contagie a ellos y mueran solos y condenados ahogados en sus propios vómitos y esputos. Y que se lleven a la tumba todo el puto dinero que nos han robado. Criminales.
Salvo las ocasiones en las que mi horario de ida o de vuelta coincide con esos pequeños y deliciosos espacios (Cajón de músicas, Ciencia y acción, Vidas contadas…) el tiempo en el coche suele coincidir con un espacio de noticias.
Cualquiera de las indignidades que acontecen alrededor de los políticos y dirigentes de este país sería suficiente para revolverle el estómago al más pintado pero, concretamente, lo de las tarjetas opacas a mí me ha dejado atónita.
Cómo un país puede albergar tal cantidad de mentirosos, facinerosos e hijos de la grandísima puta que roban el dinero de sus conciudadanos mientras familias enteras viven en la más absoluta indigencia, mientras personas formadas, trabajadoras, buenas (personas buenas, joder) pasan necesidades, hambre, frío; mientras niños, cientos de niños, miles de niños en este país, sufren la precariedad más absoluta en sus casas.
Asquerosos ladrones que se dedican a recortar la educación y la sanidad de nuestros hijos y la nuestra mientras se gastan el dinero que nos roban sin la menor vergüenza.
Siento no creer en dios, porque eso, por lo menos, me daría la esperanza de que sufrirán la condenación eterna. Pero como eso, tristemente, no sucederá, espero por lo menos que el azar les traiga una enfermedad dolorosa y limitante, que el ébola que contagió a esa pobre mujer los contagie a ellos y mueran solos y condenados ahogados en sus propios vómitos y esputos. Y que se lleven a la tumba todo el puto dinero que nos han robado. Criminales.